martes, 30 de abril de 2013

Error, error, error


Mi vida es un error.
No creas tú que la tuya es un acierto.
La  vida toda y todo lo creado
es un error errante y sin remedio.
Dios mismo es un error,
ya que el error existe
y, porque existe, existe.
Quede claro lo claro del error.
La  muerte es un error,
¿qué te creías?
Creas lo que tú creas
o dejes de creer
el error es quien manda,
porque manda el error.
La vida que es la muerte
y la muerte que, sin duda, es la vida
son en sí el mismo error.
Mi vida que es tu vida
y tu vida, mi Vida, que es mi vida,
son dos locos errores.
Dos errores loquísimos
que, en el error, se  aman y se aman.
Que se aman nuestras vidas
y se aman nuestras muertes
más allá y más allá del error mismo,
que es donde, amor, amor, amor,
desde antes del error
y después del error, cabemos todos.
Incluido Dios  naturalmente
y cuanto Dios,
de error  en error,
ha  creado y continúa creando,
ya que hay que estar loco de remate
para  ser Dios
y  no renunciar,
de una vez por todas,
a tal locura loca.

JUAN CERVERA SANCHIS JIMÉNEZ Y RUEDA
Colonia San Rafael  México D. F.
28 Abril 2013


Juan Cervera Sanchís J. y R. TiRRa HúMEda


Maquinal

El cansancio aborda en el metro
la fatiga, pesado, entra al río,
a un río ya mar muerto ya no río.
El cansancio cansado de vivir
paga su cuota, paga desganado,
su cuota paga, paga malcomido.
Se mezcla con su especie jorobada
y río ya no río ya mar muerto
se mezcla fatigado, a empellones,
como pez entre peces angustiados
en la red del cansancio, hecho red.

El cansancio trabaja diariamente
ocho horas o más, brutal, famélico, 
trabaja y no quiere trabajar
un trabajo apretado a sus zapatos;
trabaja y trabaja y trabaja
por hamburguesa, papas y refresco,
por viajes que navegan tan cansados
de tanto trabajar por esos viajes.

El cansancio estudia amenazado

de perder, de su bolso, su futuro,
y aburrido estudia sin querer
lo que no quiere estudiar, estudia.   
El cansancio estudia diariamente
una cosa apretada a su columna.
No estudia el cansancio. Memoriza.

Tras otro, clava un clavo, uno tras otro.

El cansancio, el mismo, el cansancio.
El cansancio, diarreico, el cansancio.
El cansancio, labial, el cansancio.
Zapato y tacón, tacón y zapato, el cansancio.
Anda emperifollado, el cansancio, el cansancio.
Condón tras condón, arriba, abajo, el cansancio.
El cansancio se esconde en el cine
y reza y ve la tele, come y come,
maquinal maquina maquinera, el cansancio,
compra y compra, vende y vende,
maquinota maquinal ma-ma-ma, el cansancio,
y se limpia, se limpia el culo,
y su rostro se limpia con el zacate del culo,
y abre la misma puerta,
y abre la misma puerta,
y se pinta y se corta el cabello,
y cierra la misma puerta,
y cierra la misma puerta,
y se despinta y se descorta el cabello.
¡Quinamaquinalmamita mamotea maquí!...
¡Ma-ma-ma maquina!
¡Ah!¡Oh!¡Uh! ¡Gol!!! ¡Ah! ¡Eh! ¡Aja, torero!
Y suena una canción, millones de veces, suena,
en millones, millones de audífonos, suena,
y suena una canción, una canción cansada de sonar,
una canción... ¡un ruido!, un ruido moscardón y cansado.

Abraham Peralta Vélez
28 de abril de 2013




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