miércoles, 3 de abril de 2013

Lectura poética de la semana: Gilberto Rod y su breviario sobre los viajes

Gilberto Rod (1912-1990?) de Zacatecas se ha convertido en uno de mis escritores predilectos, porque su sabiduría cabe en mi bolsillo mientras voy de un lado a otro en mi sendero.

Hoy les comparto una selección de sus aforismos del libro Caminos del colibrí, que trata sobre los viajes, el turista y el paisaje. Ojalá alguno lo guarden para su próxima salida.

De
Caminos del colibrí, de Gilberto Rod:

Viajar es barajar paisajes, para provocar la fuga de la monotonía.

Viajero de la vida: costal lleno de deseos.

Si llegas a la conclusión de que la vida es un gran hotel, y tú el turista, paga con alegría el precio de vivir, y vete.

Los hoteles tienen destino de fosa común: se vacían y se llenan.

¡Viajeros!: El tren de la vida se detiene en el crucero de la esperanza.

El hombre es un racimo de anhelos, a veces se enamora de ellos la muerte y, se los lleva todos.

Cuando el descanso del hombre degenera en ocio, ello es como un tributo a la muerte de las cosas.

El bolsillo es democrático hotel donde pernoctan toda clase de golondrinas bancarias.

Viajero: no mires hacia el pasado, porque el pasado es de los muertos.

El más elegante hotel tiene distribución de cementerio egipcio.

Viajero: llena la alcancía de tu cráneo con las verdes horas de los caminos.

El dinero tiene destino prófugo, frecuentemente cambia de hotel.

La vejez no debiera ir a las playas, ni la juventud a los conventos.

Hay quien gasta su fortuna coleccionando ciudades en un álbum y, congestionando sus baúles de curiosidades extranjeras.

¡Turistas, compradores de lejanías!

Ese viaje del hombre en que no lleva equipaje ni boleto, ni pasaporte, lo otorga gratuitamente la vida. Mudanza forzosa en la que interviene el tiempo y la tierra.

Hay nubes turistas sobre el cráneo de las ciudades.

Sería irreverente decir que los hoteleros son los mercaderes de la hospitalidad.

Cada cuarto de hotel forma capítulos de la novela inconclusa.

Las fronteras, como los idiomas, son testimonios de egoísmo de la especie humana.

Viajemos bajo el hueco de las alas de la libertad.

La curiosidad es madre del turismo.

Muchos ociosos elegantes exhiben la parálisis de su pensamiento.

El turista es un exhumador de las causas olvidadas; su presencia es elogio de ayer.

Hay turistas que forman su cultura pepenando confetis del camino.

Un paisaje nos invita a la meditación y, una sinuosa mujer al desasosiego.

El turista tiene la felicidad de no poseer imaginación, por eso se deja conducir obedientemente en los mercados del paisaje.

Muchos ociosos elegantes sólo conocen el sudor en los puertos marítimos.


Desnudo barroco, de Germán Gedovius





Un paisaje nos invita a la meditación y, una sinuosa mujer al desasosiego.
Gilberto Rod